En el cine y la televisión existen muchas situaciones que parecen graciosas e irreales, hoy quiero contarte una que le sucedió a una amiga.
Durante varios días mi amiga, a quien llamare Gina, expresó de diferentes formas una incomodidad que aconsejé insistente mente en que tratara un profesional y que ella ignoro en todas las ocasiones. Aproveché un momento de debilidad para hacerle apartar una cita su ductor de confianza, el doctor Diaz.
Al día siguiente la acompañe al consultorio del doctor, quien resulto ser una ginecólogo, y esperamos hasta que un joven salió con una tablilla y la llamo, al ver la placa en su pecho pude leer Doc. Diaz pero al ver la cara de Gina podía verse que estaba sorprendida y ruborizada, pero eso no le impidió entrar al consultorio.
Algunos minutos después Gina salió del consultorio y nos marchamos, ya en casa me explico lo sucedido. El chico que la atendió es el hijo de su doctor de confianza, resulta que también se congregan en el mismo sitio y uno de los pocos hombres que le gusta.
En lo personal me ha parecido una situación muy graciosa y de la cual aun me burlo, por lo que le pedí permiso para escribirla.
Antes de acabar este escrito, quiero aclarar que Gina es como le llame a mi amiga en este escrito, no es como realmente se llama.
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